Somos una iniciativa política y apartidaria, que busca nutrir a la política argentina con dirigentes comprometidos con la búsqueda profunda del bien común, y la dignificación y promoción humana, a través del diálogo constructivo.

Buscamos generar espacios que permitan a los dirigentes actuales profundizar en el análisis de los problemas, e impulsar soluciones de manera transversal y efectiva.
Promovemos la formación de nuevos dirigentes con compromiso y vocación política.

Bien Común

El principal rol del Estado (y de la política como operador) es armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales, para garantizar el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las personas, y sus organizaciones intermedias, el logro más pleno de la propia perfección.

Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana. Ésta representa el fin último de la sociedad. Su progresivo desarrollo debe en todo momento subordinarse al bien de la persona. Es preciso que todos los programas sociales, científicos y culturales, estén presididos por la centralidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural.

Las sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de promoción y desarrollo respecto a las menores. A la subsidiariedad entendida en sentido positivo, como ayuda económica, institucional, legislativa, ofrecida a las entidades sociales más pequeñas, corresponde una serie de implicaciones en negativo, que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringiría, de hecho, el espacio vital de las células menores y esenciales de la sociedad. Su iniciativa, libertad y responsabilidad, no deben ser suplantadas.

La solidaridad es un principio social ordenador de las instituciones, según el cual las «estructuras injustas», que dominan las relaciones entre las personas y los pueblos, deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad, mediante la creación o la oportuna modificación de leyes, reglas de mercado, ordenamientos.

Verdad

La realidad existe, independientemente de cada uno de nosotros. Por la propia naturaleza humana, la verdad es inalcanzable de modo completo por ningún hombre. Pero el reconocimiento de una realidad objetiva, es imprescindible para la existencia del desafío por superarnos en pos de su búsqueda.
Nuestro tiempo requiere una intensa actividad educativa y un compromiso correspondiente por parte de todos, para que la búsqueda de la verdad, que no se puede reducir al conjunto de opiniones o a alguna de ellas, sea promovida en todos los ámbitos y prevalezca por encima de cualquier intento de relativizar sus exigencias o de ofenderla.

El valor de la libertad, como expresión de la singularidad de cada persona humana, es respetado cuando a cada miembro de la sociedad le es permitido realizar su propia vocación personal; es decir, puede buscar la verdad y profesar las propias ideas religiosas, culturales y políticas; expresar sus propias opiniones; decidir su propio estado de vida y, dentro de lo posible, el propio trabajo; asumir iniciativas de carácter económico, social y político.
Todo ello debe realizarse en el marco de un «sólido contexto jurídico», dentro de los límites del bien común y del orden público y, en todos los casos, bajo el signo de la responsabilidad.

Consiste en la constante y firme voluntad de dar a cada uno lo que les es debido. Desde el punto de vista subjetivo, la justicia se traduce en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como persona.

La justicia social es una exigencia vinculada con la cuestión social, que hoy se manifiesta con una dimensión mundial; concierne a los aspectos sociales, políticos y económicos y, sobre todo, a la dimensión estructural de los problemas y las soluciones correspondientes, encarados con justicia y equidad social.